Está en el pensar popular que para ver, sentir y hacer arte hay que entender, saber u opinar sobre él y esto es lo que lo destruye mediante su encasilla-miento en estilos, referencias artísticas pasadas o presentes, técnicas utilizadas, trayectorias personales o profesionales. Todas estas son usadas en las estrategias de comercialización del arte, para dar masticado lo que solo puede digerir y sentir el espectador, el comprador o el creador de arte.
Para ver, sentir o hacer arte simplemente hay que establecer una conexión entre la obra artística y el observador, la persona receptora.
En esta comunicación silenciosa, desde la belleza, sin su intelectualición o racionalización, sin el afán de controlar lo que estamos viendo o sintiendo, podemos encontrar un pequeño campo de comprensión del arte desde el amor y el desarrollo de la sensibilidad.
volando
2012